En 2050, echar la vista atrás a la educación de hace 30 años nos lleva a reflexionar sobre las grandes transformaciones que se han producido. En aquel entonces, podríamos bromear sobre algunas prácticas ahora obsoletas que parecían perfectamente normales en aquella época. Tal vez la idea del aula tradicional, con pupitres alineados en filas, parecería una reliquia del pasado, sustituida por entornos de aprendizaje flexibles y dinámicos. Los libros de texto de papel podrían ser motivo de una sonrisa nostálgica, mientras que la educación interactiva y digital se habría convertido en la norma. 

    Las aulas virtuales y las tecnologías de aprendizaje inmersivo podrían ser ineludibles, cambiando fundamentalmente la forma en que los estudiantes interactúan con los contenidos educativos. Estas reflexiones sobre el pasado pondrían de relieve la constante evolución de la educación y cómo se está adaptando a las necesidades cambiantes de la sociedad.